“Más el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.” Gálatas 5:22-23

 

 Hermanos, en el amor de Cristo les presento tema que es delicado, pero es necesario que los Cristianos que amamos a Jesús, sepamos para poder dar siempre buen testimonio.  Como Hijos de Dios tenemos que cuidar mucho lo que de nuestra boca emana: LAS PALABRAS. “La muerte y la vida, están en poder de la lengua, Y el que la ama comerá de sus frutos”. Proverbios 18:21. La sabiduría que encierran los proverbios de la Biblia, que es la palabra de Dios, es increíblemente sencilla y profunda. Con la boca podemos bendecir a alguien, pero también maldecir. Cuando hablamos como conviene, estamos usando un poder que Dios mismo dio a la palabra, Su palabra, y a la palabra que los hijos de Dios decimos. El apóstol Pablo comprendía muy bien el significado de estas Palabras, e instruyó a las iglesias: “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes” Efesios 4:29

 

Cuando de nuestra boca emanan “palabrotas”, o frases que no edifican al que las escucha, el Espíritu Santo se contrista. Cuando el Espíritu Santo se contrista, la ira, el enojo, el odio y cualquier otro espíritu pueden tomar el control de la situación, a menos que nos arrepintamos de lo dicho, y pidamos perdón al padre por eso.  Esto es una realidad. “Y no contristes al Espíritu Santo de Dios, con el que fueron sellados para el día de la redención. Quítense de Ustedes toda amargura, ira, maledicencia, y toda malicia.” Efesios 4:30-31

 

Es un consejo sabio, que tenemos que poner en práctica cada día. Es necesario estar conscientes de que tenemos un problema, y pedirle a Dios que  nos ayude a controlar la lengua, pues de otra manera, por nuestras fuerzas no podremos. Hagamos nuestras las palabras de Dios. “Del fruto de su boca, el hombre comerá el bien. Mas el alma de los prevaricadores hallará el mal. El que guarda su boca, guarda su alma; Más el que mucho abre sus labios tendrá calamidad” Proverbios 13:2-3

 

Nuestras palabras, nuestra forma de hablar y de expresarnos, hablan de lo que atesoramos en el corazón. Si somos hijos de Dios, tenemos que atesorar cosas buenas. “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca”. Lucas 6:45. Tenemos el poder de bendecir a una persona cuando la vemos, y muchas veces escogemos palabras que no edifican, pudiendo escoger palabras de aliento, de ánimo, que reflejen el amor de Dios en nosotros.  

 

Hermanos, por las palabras que decimos seremos juzgados. Escoge hacer el bien. Escoge decir cosas edificantes, llenas de amor. No mientas nunca, aunque la verdad es difícil de decir algunas veces, es la verdad la que debe regir nuestra vida. Si no puedes decir algo bueno, entonces no digas nada. Pero no abras tu boca para mal, porque entonces, tienes que hacerte responsable de las consecuencias de tus actos. “Mas yo os digo que toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.” Mateo 12:36-37

 

Las palabras tienen poder. Las personas que usan las palabras para hacer “encantamientos” lo saben. Y por eso lanzan hechizos contra las personas. Pero esas personas ya tienen su paga, y si no se arrepienten de sus pecados, por sus palabras serán condenadas. Es muy grave decir palabra ociosa, mejor no hables. “Si alguno se cree religioso entre ustedes, y no refrena su lengua, sino que engaña a su corazón, la religión del tal es vana”. Santiago 1:26. Santiago hace un estudio de la lengua, que puedes leer en el capítulo tres.  “He aquí nosotros ponemos freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, y dirigimos así todo su cuerpo. Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí ¡Cuan grande bosque enciende un pequeño fuego!. Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno. Con ella bendecimos al Dios y maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. ¿Acaso una fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga? Santiago 3:3,5,6,8,9,10,11.

 

EVITA todo chisme, murmuración y contienda, en tu vida, en tus relaciones, en tu familia, en tu congregación. No seas tomado por necio, porque: “Los labios del necio traen contienda; y su boca, los azotes llama. La boca del necio es quebrantamiento para si, Y sus labios son lazos para su alma.  Las palabras del chismoso son como bocados suaves, Y penetran hasta las entrañas” Proverbios 18:6-8

 

Si no has podido controlar tu lengua, pídele al que es capaz de devolverles la vista a los ciegos, al que venció a la muerte, que te ayude a través del Espíritu Santo a controlarte.  Ponte a cuentas con Dios hoy mismo. Pídele perdón por todas las veces que usaste tu lengua para mal, y pídele a Dios que te ayude, para que la sabiduría de Su palabra sea una realidad en ti, todos los días de tu vida, en el nombre de Su Hijo amado, Jesucristo Rey.  Después alábalo a El con todo el corazón.

 

“El que sacrifica alabanza me honrará, y el que ordenare su camino, Le mostraré la SALVACIÓN DE DIOS” Salmos 50:23

 

¡Dios les bendiga!

Amén