"Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido." Efesios 5:33

 

Debes asumir el papel de estudiante y maestro en tu matrimonio.

Un matrimonio realizado es uno en el cual esposo y esposa se enseñan mutuamente, y aprenden el uno del otro.

 

Evita competir con tu cónyuge, sé su amigo.

Deséale siempre lo mejor y muestra entusiasmo por sus logros alcanzados. ¡Mantente orgulloso(a) de ella/el!

 

Oren juntos a menudo. Es solamente cuando esposo y esposa oran juntos ante Dios que encontrarán el secreto de la verdadera armonía,

y donde las diferencias en gusto enriquecerán

el hogar en vez de ponerlo en peligro.

 

No es tarea tuya "reformar" a tu esposa.

Anímala, alábala, decide nunca menospreciarla,

y deja la tarea de la transformación en manos del Espíritu Santo.

 

Recuerda: no hay tal cosa como una esposa perfecta,

un esposo perfecto o un matrimonio perfecto.

 

El silencio no es siempre la mejor alternativa,

especialmente entre cónyuges.

Pregúntale cuando le gustaría separar un tiempo solo para dialogar.

 

Estar en desacuerdo con tu esposa es una cosa,

portarte mal con ella es otra.

Hazle saber que la amas aunque a veces no piensen igual.

 

Pregúntale a tu pareja cuáles son las tres palabras

que quisiera que eliminaras de tu vocabulario. ¡Luego Hazlo!

 

Las flores nunca deben sustituir las palabras

"Te amo, y deseo escuchar lo que tengas que decir."

¡Obsequia ambas!

 

Debes ser consciente que a veces tu amor por tu esposa

será una decisión en vez de un sentimiento profundo.

Ese amor es maduro y perdura. Ese amor es amor ágape.

 

¡Dios les bendiga!

Amén