Supóngase que voy a arreglar mi casa, que pido al almacén tres cajas de velas, y digo: “Quiero tener mi casa muy bien iluminada y voy a mandar estas velas a la despensa y no voy a encenderlas nunca.” ¿Para qué sirven las velas si no es para encenderlas y que den luz? Así Cristo les mandó a sus discípulos que no pusieran sus luces debajo de un almud, sino que las pusieran en el sitio en que pudieran alumbrar más.