El maestro es la persona de quién, por medio de quién y con quién aprenden los alumnos. El maestro cristiano es uno que ha recibido por la fe a Jesucristo como Salvador, y se empeña en compartir de una manera convincente lo que ha experimentado.
 
A. La Función del maestro cristiano:
1. Es guía y líder de su clase
No es un dictador que permite solamente sus propias ideas, ni un "colador" sin sabor, sin convicciones propias. Trabaja con la clase hacia propósito tales como conocimientos bíblicos, encuentros personales con Cristo, esfuerzo hacia el crecimiento cristiano.
 
2. Es alumno
El maestro mismo debe estudiar constantemente en oración, procurando nuevos conocimientos, nuevas comprensiones del mensaje de Dios.
 
3. Es un personalidad cristiana en desarrollo
Tiene la actitud del apóstol Pablo al decir: "No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto, sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús." Filipenses 3:12. La verdad tiene que salir no solo de los labios del maestro, sino de su personalidad, lo que es, y de sus acciones, lo que hace.
 
B. La Personalidad del maestro:
1. Los factores de la personalidad del maestro
a. Físicos: El buen maestro se empeñara por tener buena presentación, tener hasta lo posible buena salud, estar descansado, tener energía y vigor, usar una voz agradable ante la clase.
 
b. Mentales: El buen maestro tendrá interés constante en mejorar sus conocimientos, en saber los acontecimientos en el mundo actual y la situación de sus alumnos, procurará pensar lógicamente y juzgar bien, sin prejuicios, podrá decidir, no será vacilante, siempre mirará hacia el futuro, haciendo planes, proyectando actividades.
 
c. Sociales: El buen maestro será optimista, tendrá simpatía y cultura, será paciente y tolerante, será entusiasta, mas que todo será sincero y digno de confianza.
 
d. Morales: El buen maestro tendrá una vida moral intachable, presentará ante otras personas normas morales altas, será leal a su iglesia, tendrá un sentido de dignidad propia y de justicia.
 
e. Espirituales: El buen maestro habrá hecho una entrega completa de su corazón y vida de Dios, y tendrá el concepto de que su trabajo como maestro es una misión divina. Tendrá una comprensión de la realidad, presencia y guía de Dios en su vida diaria. Estará convencido de que Cristo es la única esperanza de la humanidad y deseoso de que otros encuentren el camino de salvación. Amará a Dios y amará a sus alumnos. Orará sin cesar. Tendrá disposición de trabajar, de dar de su tiempo y esfuerzos, sin esperar recompensa sin reconocimientos. Tendrá convicciones bíblicas y doctrinales firmes. Se esforzará constantemente como cristiano.
 
B. El maestro como estudiante de la Biblia:
1. La Biblia: El texto
La Biblia, es el texto del maestro cristiano, la base de todo lo que enseña, única en su inspiración, propósito y poder. Otros libros le serán valiosos en su estudio y comprensión de la geografía de las tierras bíblicas, la historia y costumbres de los pueblos de la Biblia, las grandes doctrinas bíblicas, y como fuente de ideas e inspiración, pero estos son auxiliares, ayudas en su preparación para la tarea de la enseñanza. No solo tendrá el maestro un amor reverente a la Biblia y la usará, sino que procurará que sus alumnos la amen y la usen. Hará lo posible por poner en práctica sus enseñanzas.
 
 
C. Estudio especial, con el fin de preparar a fondo una lección particular:
1. Estudiar la lección diariamente, empezando por lo menos una semana antes de enseñar, leyendo la lección completa en la Biblia una y otra vez, estudiando también citas bíblicas afines.
 
2. Estudiar la lección, usando auxiliares, como las revistas para maestros, comentarios y diccionarios bíblicos, la concordancia de la Biblia, la iglesia puede ayudar a sus maestros proporcionando una biblioteca de libros útiles para sus maestros.
 
3. Estudiar la lección, buscando ilustraciones, anécdotas, ayudas visuales que vienen al caso. De la riqueza de conocimiento y materiales se escoge lo que se usará en la hora de clase.
 
4. Meditar y orar, durante toda la semana, pidiendo de Dios dirección y poder espiritual al enseñar.
 
 
¡Dios te bendiga!
Amén