En esta reflexión trataremos de algo que es bien importante para nuestras vidas y que algunos no le dan mucha importancia. Esto es en cuanto a la alabanza a Dios, y es algo que todo cristiano debe de hacer, "alabar el nombre de Dios". Ciertamente, cuando nos reunimos en los templos, lo hacemos para alabar a Dios, pero en este mensaje queremos enfocarnos en la cita diaria que todo hijo de Dios tiene, ese momento íntimo entre tú y el Padre. Lógicamente cuando nos reunimos con nuestros hermanos alabamos al Señor, eso no tiene duda, pero que sucede cuando estamos solos en nuestras habitaciones o en el lugar donde tenemos ese momento de oración personal, ese momento en el cual nos presentamos delante de él, y le hablamos, el momento de nuestra cita diaria con él. Primeramente, se supone que todo cristiano tiene ese momento personal, momento a solas con el Señor; pues ese es el sustento diario de todo hijo de Dios, es el momento en el que nos presentamos delante de su trono celestial. Muchas veces cuando entramos en ese momento, algunos desde el principio comienzan a pedirle al Señor, no es que sea malo pedirle, no, todo lo contrario, pues a quien más iremos (Juan 6:68), todo lo que necesitamos lo tiene nuestro Señor y Salvador, pero recordemos que sobre todas las cosas debemos darle gracias a él. Muchas veces pensamos que Dios no nos a bendecido pero lo cierto es que el simple hecho de podernos levantar por las mañanas, el poder tener nuestros alimentos, ropa, casa, son todas bendiciones, cosas que son cotidianas para nosotros por lo cual tendemos a no ver que lo tenemos por amor de Dios. Así que tenemos mucho por que darle gracias a Dios, pero cuando estas delante de él, muchos lo que hacen es pedirle y pedirle, y luego se despiden y ya, esa es la oración que muchos presentan a Dios. Pero el texto de referencia (Salmos 150:2) nos manda a adorarle y el salmo completo nos insta a alabarle, por eso cuando nos presentemos delante de él primeramente démosle gracias, alabemos su nombre, exaltémosle y adorémosle, démosle gloria y honra pues solo él la merece, luego puedes decirle lo que quieras, pero primero levanta una ofrenda de alabanza a él. Abre tu corazón ante él, dile lo que hay en tu corazón, deja que fluya desde lo mas profundo de tu corazón esa alabanza para él, pues él busca adoradores que le adoren en verdad (Juan 4:23) dile lo que en tu corazón hay, dile cuanto le amas, lo importante que es para ti, dile cuanto le agradeces lo que ha hecho en ti. Te aseguramos que luego de que lo hagas sentirás que no podrás parar y esa alabanza fluirá y fluirá y no la podrás detener, entonces todas las otras cosas serán menos importantes pues estarás adorando al Rey de Reyes y Señor de Señores. Dale lo que se merece, toda la honra, la gloria, la majestad, el imperio, el poder, por los siglos de los siglos.

 

¡Dios te Bendiga!

Amén